Los Romanov
1613-1918
Simon Sivag Montefiore
Crítica, 2016
Simon Sivag Montefiore, el autor de este libro, ha tomado la difícil tarea de narrar la historia de los zares de Rusia desde 1613 hasta 1918, año en el que puso fin al zarismo cuando el Zar Nicolás II y toda su familia fueron asesinados por los bolcheviques, en Ekaterimburgo, el 17 de julio de 1918.
Simon Sibag
Montefiore es un gran conocedor de la historia, pues la estudió en el
Gonville& Caius College de Cambridge. Posteriormente, durante la década de
1990, recorrió toda la antigua Unión Soviética, especialmente el Cáucaso,
Ucrania, Asia Central y escribíó sobre Rusia para varias publicaciones como son
el New York Times, el Sunday Times y El Espectator, entre otras publicaciones.
Por lo tanto, no es un neófito en esta materia.
En
esta obra nos presenta a los Romanov como zares que gobernaron Rusia durante
trescientos años con mano férrea y acierto, en muchas ocasiones, consiguiendo
que su país pasara de ser un reino pobre y arruinado por la guerra civil y, por
lo tanto, débil, a convertirse en un imperio que extendió su dominio e
influencia por toda Europa.
Aparecen
subrayadas las figuras de los dos más grandes Zares que ha tenido Rusia: Pedro
el Grande, cuyo nombre provenía de su gran estatura, que con su férreo y
tiránico gobierno, en el que mató a todos sus adversarios sin dudarlo, por una
parte, y Catalina la Grande -coincidencia en el sobrenombre que les ha otorgado
la historia-, la princesa alemana que no dudó en derrocar a su propio marido
para convertirse en la Zarina más brillante de la historia de Rusia, por la
otra. Ambos coinciden en grandeza, pero también en vicios como la dipsomanía de
Pedro el Grande y la promiscuidad sexual, no exenta de atractivo irresistible,
en el caso de Catalina, la que siguió aumentando el poder y la influencia de
Rusia ante toda Europa en una ascensión imparable.
Pero
todo no fue grandeza en la historia de los zares, porque las figuras de dos
zares, Pedro III y, su hijo, Pablo I, marido e hijo, respectivamente, de
Catalina II (La Grande) que mostraron su incapacidad para gobernar, su
irresponsabilidad y, lo que es peor, su desequilibro mental, son el negativo de
la grandeza de sus antecesores en el gobierno. Ambos zares murieron asesinados
y hay sospechas de que en la muerte de Pedro III tuvo gran influencia la propia
zarina, su sucesora que le valió el desprecio de su hijo.
Aparecen
otras figuras que fueron menos idóneas para el gobierno de Rusia como Nicolás
I, hijo de Pablo I y nieto de Catalina La Grande, y el propio Nicolás II, que
fueron más débiles que los dos antecesores y grandes gobernantes por lo que no
supieron evitar la I Guerra Mundial y la posterior revolución bolchevique.
Nicolás II, con su asesinato y el de toda su familia, cierra la lista de los
zares de Rusia.
El
autor de esta obra muestra que el imperio ruso siempre ha sido dominado y
gobernado tanto por los zares y, después del zarismo, por los gobernantes
posteriores a los que acompañaban sus respectivas camarillas desde el primer
Zar en 1613 hasta llegar a los siguientes autócratas como Lenin y Stalin y el
actual presidente Putin con su férreo mandato
..
En
esta obra no sólo aparecen datos históricos, fechas y lugares, sino también el
retrato psicológico de los personajes que fueron protagonistas de la historia
rusa y demuestra que esta se repite en cuanto al dominio férreo del poder, al
autoritarismo sin fisura tanto con los zares como durante el régimen soviético
y su posterior caída, y en la actual apertura hacia Occidente de sus régimen
político, pues el poder omnímodo de quienes ostentan el poder y sus camarillas
sigue siendo el protagonista de un país que ha cambiado mucho en su apariencia,
pero sigue siendo fiel a su tradiciones entre las que se cuentan los gobiernos
autocráticos y férreos.
Interesante
obra, aunque sólo se podría decir en su contra que le faltan muchas páginas por
el tema tan extenso, complejo e interesante que trata y que requeriría mucho
más espacio para abarcar todo lo que se refiere a la historia de los Romanov y
su apasionantes vidas llenas de luces y sombras, y también a la siempre rica,
fascinante y hermosa tierra rusa y su apasionante historia.