Farinelli, el famoso cantante "castrato" |
Los castrati, cantantes masculinos que perdían su masculinidad para conservar una voz más aguda similar a la de una mujer
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Se
ha hablado mucho a lo largo de la historia del bel canto de los castrati –en singular “castrato”-, que
eran cantantes masculinos que podían cantar con una voz de tonalidad muy aguda,
similar a la de una mujer soprano o contralto, lo que producía un verdadero
entusiasmo durante el Barroco, período en el que se convirtieron en figuras
famosas y equivalentes a los actuales ídolos musicales, a pesar de que el
público desconocía la verdadera tragedia que vivían esos hombres para conseguir
una voz de mujer a costa de terribles sacrificios.
Las
primeras noticias de estas voces proviene del siglo XVI en el coro de la
Capilla Sixtina en Roma (1560?); pero también existían castrati en Nápoles y Munich. Durante los siglos XVI y XVII, en
Italia y posiblemente en España y algunas zonas de Alemania, los castrati eran los encargados de cantar
las partes más agudas de la música religiosa.
Posteriormente,
desde principios del siglo XVII hasta finales del XVIII, los castrati tuvieron papeles solistas en la
ópera, ya que existía una prohibición de que las mujeres actuasen en el teatro
en los Estados Pontificios. Entre 1650 y 1750 estos cantantes tan peculiares
fueron auténticos protagonistas de la ópera seria italiana que era la más
popular en toda Europa en esa época. En ellas, el papel de héroe se le otorgaba
siempre a estos cantantes, algunos de ellos como Farinelli o Nicolini tuvieron
una gran fama e influyente popularidad en el marco de algunos estados alemanes,
Inglaterra y España. Por ese motivo, Händel, en muchas ocasiones, siempre contaba
con un castrati soprano o contralto en sus composiciones musicales.
Estas
voces tuvieron un gran protagonismo hasta finales del siglo XVIII. Mozart
compuso los papeles de Idamantes de Idomeneo,
rey de Creta (1781) y Sextus de La
clemenza di Tiro (1791) para castrati.
También, ya en pleno siglo XIX, Rossini y Meyerbeer hicieron lo mismo. El último castrato
conocido, Alessandro Moreschi, falleció en 1922.
Aunque la castración humana nunca estuvo
permitida en ningún país occidental esta oscura realidad contrasta con lo que
sucede en la actualidad, ya que los contratenores de hoy alcanzan esos mismos
registros de voz de forma natural y no cruenta, a base de usar sólo una parte
de sus cuerdas vocales, mientras que los “castratis” tenían que sufrir una
intervención quirúrgica, entre los 8 y los 12 años de edad, en la que le extirpaban los testículo –pero
no todo el aparato genital-, para evitar que pudieran producir hormonas
sexuales masculinas que producen el cambio en la voz durante la adolescencia.
Esta operación les permitía tener una impresionante voz en la que se mezclaban
tanto la potencia masculina como la posibilidad de hacer unos agudos
prodigiosos propios de la voz femenina. Esta simbiosis de ambas características
era aclamada por el público enfervorecido porque este tipo de voz tenía un
portentoso control de la respiración por el pequeño tamaño de la laringe y la
enorme capacidad pulmonar, desproporcionada con aquélla.
Como
se decía antes, la castración humana nunca estuvo permitida expresamente, pero
sí se toleraba y se justificaba con supuestos accidentes o enfermedades que
justificasen dicha operación. Fue, sin embargo, al finalizar el Barroco y la
llegada de las mujeres al teatro y a la escena musical cuando las voces de los
castrati desaparecieron del mundo musical, aunque siguieron en toda su plenitud
en los coros eclesiásticos hasta bien entrado el siglo XIX. Fue alrededor de 1861 cuando la Iglesia dejó
de de solicitar castrati de
forma paulatina en su coro Sixtino; y, en 1902, el Papa León XIII prohibió
definitivamente que cantasen en el coro, último reducto de tales voces hasta ese momento.
En la actualidad, sus voces son sustituidas
por las de los contratenores que pueden agudizar su voz con una técnica muy
depurada, sin tener que recurrir a tan execrables prácticas que padecían los castrati.
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Bibliografía:
- arbier, Patrick: Histoire des castrats,, Paris: Grasset, 1989. 272 p.
- Barbier, Patrick: The world of castrati,, London: Souvenir, 1996. 272 p.